La estimulación cerebral profunda (ECP o DBS por sus siglas en inglés) es un procedimiento quirúrgico que se denomina también “cirugía funcional” ya que el objetivo es restaurar y modular la función alterada del sistema nervioso. Dicho procedimiento no daña el tejido cerebral sano, sino que bloquea las señales eléctricas de las zonas seleccionadas en el cerebro.

Se utiliza para tratar los síntomas de la enfermedad de Parkinson, como el temblor, la rigidez, lentitud de los movimientos y las disquinesias, entre otros, cuando a pesar de tener un tratamiento farmacológico optimizado, el paciente tiene un deterioro en su calidad de vida. El procedimiento también se utiliza para tratar el temblor esencial, distonías y tics.

La cirugía funcional se considera una terapia estándar en los trastornos del movimiento con efectividad clínica demostrada y está aprobada por las entidades regulatorias. Sin embargo, hay que tener presente que el resultado de la cirugía está fuertemente influenciado por el grupo profesional y los recursos tecnológicos usados en el procedimiento.

Procedimiento

Consiste en la implantación de electrodos en sitios específicos del cerebro, los cuales liberan pulsos eléctricos que bloquean la actividad neuronal anormal, ofreciendo un marcado beneficio terapéutico. Durante la cirugía el paciente se encuentra despierto, para colaborar con en el neurólogo en ciertas pruebas que se realizan en el quirófano. A pesar de estar despierto, el anestesiólogo utiliza medicamentos para evitar el dolor durante el procedimiento.

Pacientes candidatos a Estimulación Cerebral Profunda (ECP)

Personas con diagnóstico de Enfermedad de Parkinson durante al menos cinco años, que tengan o hayan tenido buena respuesta a la levodopa-terapia, con falta de control de los síntomas con la medicación actual, y que se encuentren cognitivamente estable.

Otros candidatos a la ECP son pacientes con temblor esencial, refractario al tratamiento médico, distonías segmentarias/generalizadas y tics refractarios entre otros.

El paciente debe concurrir a un neurólogo especialista en movimientos anormales para realizar las evaluaciones pre-quirúrgicas que consisten en: test de levodopa (en casos de Enfermedad de Parkinson), evaluación psiquiátrica y neuropsicológica, resonancia magnética de cerebro y posterior evaluación con neurocirugía funcional.

Pronóstico

Los pilares fundamentales para el éxito de la cirugía consisten:

• En la elección del candidato.
• Excelente procedimiento quirúrgico, con cirujanos expertos en el tema.
• Programación de los electrodos luego de la cirugía.

Aunque la mayoría de los pacientes todavía tienen que tomar medicamentos después de someterse a la ECP, muchos pacientes experimentan una considerable reducción de sus síntomas y son capaces de reducir en gran medida sus medicamentos. La reducción de la medicación varía de paciente a paciente.

Luego de la cirugía y con el neuroestimulador implantado se realizan cambios en los parámetros de los electrodos hasta adecuar las necesidades clínicas del paciente.

Complicaciones

Como todo procedimiento quirúrgico, la estimulación cerebral no está libre de riesgos y efectos secundarios. Las complicaciones de la cirugía suelen ser menores y reversibles.

El riesgo más importante durante la cirugía es el sangrado cerebral que puede producirse por lesión involuntaria de algún vaso sanguíneo en el paso del electrodo. Esto puede pasar en un 1-4% de los casos. Aunque es bastante raro, este sangrado sino se controla puede eventualmente llevar a secuelas neurológicas.

Otros riesgos después de la cirugía incluyen las infecciones, fractura de los electrodos, mal funcionamiento del generador de impulsos, desplazamiento de los electrodos, convulsiones durante el procedimiento o luego del mismo.

La posibilidad de presentar estas complicaciones se minimiza cuando la elección del candidato, y la experiencia de todos los profesionales que participan en el procedimiento.