Los puentes de Favaloro

Los puentes de Favaloro

Hay cosas que parecen obvias pero se le han tenido que ocurrir antes a alguien. Los bypasses coronarios como los practicados por el cirujano cardiaco Alberto Forteza a Juan Carlos I son una de ellas. Es lógico pensar que si las arterias coronarias están obstruidas por unas placas -sobre las que no hay “ciencia cierta” al 100% de su origen- lo suyo es circunvalar el atasco. Esa operación, practicada miles de veces al día en el mundo, tiene un padre de vida fascinante y muerte trágica: el argentino René Favaloro. Su contribución a la vida, al evitar muertes de infarto, es una de las más notables del siglo XX pero, como somos así los hispanos, apenas los que tenemos suerte de haber conocido en casa a los pioneros de la cirugía cardiaca sabemos de él. En los países anglosajones, personajes así tendrían distintivos, calles y serían invitados de honor en recepciones oficiales, pero a los hispanos de los dos últimos siglos no nos ha dado por poner de ejemplo personas que prefieren hacer gimnasia intensa con sus neuronas para mejorar los cuerpos, en este caso el corazón-motor, de los demás.

Cuando Alberto Forteza tuvo delante el pecho abierto de Juan Carlos I y se dispuso a hacer los tres puentes, ya hacía 52 años que Favaloro había escogido la vena safena, en las piernas, para realizar el primero, en EEUU, en la Cleveland Clinic, Ohio. Lejos quedaba su infancia en un barrio humilde de La Plata, las tardes en la carpintería de su padre, las charlas con su abuela, a la que dedicó su tesis doctoral: “A mi abuela Cesárea, que me enseñó a ver belleza hasta en una pobre rama seca”. Pudo entrar directamente en un gran hospital a formarse, pero se negó a firmar una adhesión al Gobierno: estuvo años de médico rural en una de las zonas más pobres del país.

Marchó a EEUU una década pero en 1975 volvió a Argentina a levantar la Fundación Favaloro, en la que se formaron más de 400 cirujanos cardiacos de todo Hispanoamérica. A finales de los 90, en la enésima crisis económica de su país, el Gobierno le debía mucho dinero a la fundación. Al empezar el siglo XXI, se pegó un tiro en el corazón. El hombre que evitó tantos infartos.

Nadie ha inventado el puente que libre a su país de crisis cíclicas tremendas pero se practica a diario la técnica quirúrgica que debería llevar su nombre. En muchos casos, nada se ha revelado más eficaz, ni siquiera los stents que se han desechado para el Emérito. O para tantos estadounidenses que ignoran, cómo nosotros, de lo que somos capaces los hispanos.

Pese a nuestras élites.

 

FUENTE: Diario El Mundo

El rey emérito, a su llegada a la clínica Quirón.

FUENTE: KIKO HUESCA EFE