Pensamientos

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Siempre he creído que toda realidad futura se eleva sobre cimientos de ideales y utopías. Sin duda, soñar es tarea fecunda. Dejaría de existir si no tuviera por delante desafíos que involucren por sobre todas las cosas, contribuir dentro y fuera de mi profesión al desarrollo ético del hombre. 

(Conferencia “Ciencia Educación y Desarrollo”, Universidad de Tel Aviv, mayo de 1995)

Debe entenderse que todos somos educadores. Cada acto de nuestra vida cotidiana tiene implicancias, a veces significativas. Procuremos entonces enseñar con el ejemplo. 
(Conferencia “Ciencia Educación y Desarrollo”, Universidad de Tel Aviv, mayo de 1995)

Todos somos culpables, pero si hubiera que repartir responsabilidades las mayores caerían sobre las clases dirigentes. ¡Si resurgiera San Martín caparía a lo paisano varias generaciones de mandantes!
(De Recuerdos de un médico rural)

La ciencia es una de las formas más elevadas del quehacer espiritual pues está ligada a la actividad creadora del intelecto, forma suprema de nuestra condición humana. 
(Conferencia “Ciencia Educación y Desarrollo”, Universidad de Tel Aviv, mayo de 1995)

Ha llegado el momento, insisto, de detener el girar constante de nuestro planeta. Examinarlo, examinarnos, hacer el diagnóstico correcto y buscar todos juntos el tratamiento adecuado. Sólo lo lograremos si entendemos que estamos convocados por un compromiso ineludible: debemos luchar por una sociedad más justa y equitativa, sin prejuicios de ninguna índole. Sólo lo lograremos si no nos apartamos nunca de los lineamientos éticos basados en el respeto a la dignidad del hombre.
Debemos trabajar, trabajar y trabajar con pasión. Siempre habrá tiempo para el ocio fecundo, en beneficio de todos. Hemos de esforzarnos para mejorarnos individualmente pero entendiendo que formamos parte de una sociedad que demanda nuestra participación. Cuanto más destacada sea nuestra posición individual más grande será nuestro compromiso social. Ha llegado la hora de trabajar con humildad y modestia verdaderas. Hay que aprender a no marearse con las alturas de la montaña. En la montaña de la vida nunca se alcanza la cumbre. 

(Mensaje de René Favaloro a los estudiantes reunidos en Glacier Park Lodge , Montana, Estados Unidos, 1993. De “Don Pedro y la educación“)

Si no tomamos conciencia del desastre ecológico que el hombre ha desatado en nuestro planeta -la Argentina no queda excluida- las consecuencias serán terribles. (…) Todos debemos comprometernos a luchar sin descanso por la rehabilitación del aire, el agua y la tierra. 
(De “De La Pampa a los Estados Unidos“)

Los progresos de la medicina y de la bioingeniería podrán considerarse verdaderos logros para la humanidad cuando todas las personas tengan acceso a sus beneficios y dejen de ser un privilegio para las minorías. 
(Buenos Aires, Congreso de Bioingeniería 1999)

Estoy convencido de que a esta sociedad consumista, cegada por el mercado, la sucederá otra que se caracterizará por el hecho trascendente de que no dejará de lado la justicia social y la solidaridad. 
(Congreso de Bioingeniería 1999)

En cada acto médico debe estar presente el respeto por el paciente y los conceptos éticos y morales; entonces la ciencia y la conciencia estarán siempre del mismo lado, del lado de la humanidad. 
(Congreso de Bioingeniería 1999)

Es necesario insistir una vez más que si no estamos dispuestos a comprometernos -principalmente los universitarios- a luchar pos los cambios estructurales que nuestro país y toda Latinoamérica demanda -principalmente en educación y salud- seguiremos siendo testigos de esta sociedad injusta donde parece que el tener y el poder son las aspiraciones máximas. 
(De “Recuerdos de un médico rural“)

¿Escucharemos alguna vez los mensajes que nos legaron con sus vidas y sus libros Sarmiento, Hernández, Hudson, Mallea, Martínez Estrada, Agustín Álvarez, Luis Franco, Julio Irazusta, Henríquez Ureña (por no citar sino algunos pocos) o seguiremos siendo testigos de la decadencia de la sociedad de consumo? 
(De “Recuerdos de un médico rural“)

Por sobre todo deseo mostrar cómo, mediante una planificación ordenada, con decisión y tremendo esfuerzo, pudieron realizarse cambios a nivel comunitario que hoy, luego de muchos años, siguen teniendo en mí una vivencia real y cercana quizá porque representan la parte más importante de mi vida, la que ha dejado a través de profunda convivencia huellas que son imborrables en el fondo de mi alma. 
(De “Recuerdos de un médico rural“)

Existe en el país enorme cantidad de tierra improductiva -mucha de ella fiscal- a la que hay que agregar en estos últimos años centenares de miles de hectáreas que están allí, al lado de los diques construidos desde Cabra Corral hasta El Chocón, esperando la mano del hombre para derramar el agua y traer progreso al país. Sabemos, por ejemplo, que medio millón de hectáreas bajo riego en California produce la inmensa mayoría de vegetales que consumen los 220.400.000 habitantes de Estados Unidos de América. Es fácil predecir lo que se podría hacer transformando más de dos millones de hectáreas dormidas al pie de nuestros lagos con el esfuerzo mancomunado del hombre y del Estado. 
(De “Recuerdos de un médico rural“)

De mi abuela materna heredé un gran amor por la tierra; no podía vivir sin un huerto. Desde muy pequeño la acompañaba por las tardes a trabajar en la quinta familiar. Doña Cesárea fue, sin duda, una de las grandes mujeres que he tenido la suerte de conocer, quizá la mejor. Se ocupaba de todo lo que correspondía al quehacer de la casa en aquellos tiempos y todo lo hacía con amor. Sin proponérselo, era el verdadero centro de la familia. Vivía para ella y para su hombre, mi abuelo, quien podía jactarse ante sus amigos que hasta sus calcetines estaban tejidos por su mujer. Excepto en los días de lluvia, terminaba su tarea diaria en el huerto. Se entretenía y era feliz descansando -porque se descansa cambiando de tarea-, entremezclada con sus vegetales y frutales. Cuando regresaba de su trabajo, mi abuelo nos acompañaba. Conocía el arte de injertar y así se podían ver higueras que producían dos o tres variedades diferentes o un duraznero injertado con damasco o un ciruelo que, en una misma planta, producía frutos renegridos junto a otros de color amarillo dorado. La huerta estaba salpicada por muchos árboles frutales, que mi abuelo cuidaba con esmero. Con él aprendí los secretos de la poda, que comenzábamos en julio; cada variedad tiene los propios. El saber conservar en cada una los tallos fructíferos nos permitía saborear, durante el verano, infinidad de gustos que aumentaban la exquisitez por su frescura. 
(De “Recuerdos de un médico rural“)

Estoy convencido de que la única manera de rescatar y preservar a los hijos de la villa miseria es con escuelas hogares. ¿Qué podemos esperar de semejante promiscuidad que engendra el alcoholismo, el abuso sexual y el incesto, el robo, la riña y el asesinato? De ahí saldrán los resentidos sociales y el caldo de cultivo para doctrinas foráneas tan perjudiciales. En estos días en que tanto hablamos de la Universidad , yo creo que hemos perdido el derrotero en cuanto a prioridades en la enseñanza. Nos debería preocupar más la primaria y la secundaria -pues es en la niñez y en la pubertad cuando se forma el ciudadano del futuro- que la universitaria que si se la analizara en profundidad tendría que rendir cuentas al país por su ineficacia.
(De “Recuerdos de un médico rural“)

Durante los años que viví en Jacinto Aráuz, en el camino de regreso a mi casa, con frecuencia me dejaba cautivar por los hermosos atardeceres -los atardeceres de La Pampa son realmente fascinantes, quizás por el clima seco y los fuertes vientos que golpean sobre las nubes- . En esas ocasiones, detenía el auto en medio de la ruta y, mientras el cielo se encendía con colores tornasolados que cambiaban a cada momento, mis sueños y utopías se entremezclaban con las nubes. En esos momentos imborrables la injusticia social ocupaba un lugar en mi mente y desde entonces nunca dejó de ocupar ese lugar. 
(De la Conferencia Internacional Paul D. White , noviembre de 1998)

Vivo enraizado con mi país. Pero quizás por mi devoción a San Martín, Bolívar, Sucre y Artigas a veces sufro más como latinoamericano que como argentino, a pesar de estar machimbrado con mi tierra. 
(De la conferencia “Marginalidad y pobreza de cara al tercer milenio”, Universidad del Litoral, noviembre de 1997)

Nunca recibí distinciones a título personal. Para mí el “nosotros” siempre estuvo por encima del “yo”. 
(De la conferencia “Marginalidad y pobreza de cara al tercer milenio”, Universidad del Litoral, noviembre de 1997)

El medio ambiente se encuentra en estado de emergencia y los efectos de esta degradación amenazan la seguridad económica, alimentaria y sanitaria de los habitantes del planeta, en especial, de los más pobres. Una vez más se hace evidente la diferencia entre ricos y pobres; si los países pobres consumieran tanto como los países industrializados, se necesitarían diez planetas semejantes para abastecer a todos.
(De la Conferencia del Congreso Interamericano de Cardiología, agosto de 1999)

La prevención y el control de enfermedades son fundamentales para el mejoramiento continuo de la salud de la población. Para ello se deben tomar medidas destinadas a producir cambios en el nivel de vida de las poblaciones marginadas y eliminar las desigualdades evitables e injustas en términos de salud y bienestar individual y colectivo, demanda persistente y creciente de las sociedades latinoamericanas.
(De la Conferencia del Congreso Interamericano de Cardiología, agosto de 1999)

En el Congreso de Angostura de 1819, Bolívar decía que América debe razonar y pensar un mundo nuevo en el que La República sea “eminentemente justa, eminentemente moral, que encadene la opresión, la anarquía, la culpa, que haga reinar la inocencia, la humanidad, y la paz, que haga triunfar bajo el imperio de las leyes inexorables, la igualdad y la libertad”.
(De la Conferencia del Congreso Interamericano de Cardiología, agosto de 1999)

Artigas, otro hombre excepcional, exigía un lugar para obreros, indios, mestizos y humildes y resentía poderosamente el privilegio y las pretensiones de las clases altas. Fue uno de los primeros caudillos políticos que reconoció los peligros que el libre comercio planteaba a las naciones sudamericanas y fue también el que propuso considerar a América como patrimonio mítico, una tierra destinada a ser algo más que un simple apéndice de Europa.
(De la Conferencia del Congreso Interamericano de Cardiología, agosto de 1999)

La prevención debería ser el aspecto más trascendente de nuestra especialidad. Estoy seguro de que, en el futuro, se harán menos angioplastias y menos cirugías de revascularización. La prevención, junto con los adelantos de la biología molecular relacionados con la genética, permitirán disminuir la incidencia de las enfermedades cardiovasculares.
(De la Conferencia internacional sobre la salud del corazón en los países en desarrollo. Una agenda para la acción para el siglo XXI, Nueva Delhi, India, 1999)

Es imprescindible organizar la cooperación internacional entre los países desarrollados y en desarrollo y luchar todos juntos por una sociedad mejor, con mayor equidad y justicia social, que haga posible respetar y defender -junto con las demás conquistas sociales- el derecho inalienable del hombre a gozar de buena salud. 
(De la Conferencia internacional sobre la salud del corazón en los países en desarrollo. Una agenda para la acción para el siglo XXI, Nueva Delhi, India, 1999)

¿Cuándo se concretarán los deseos de San Martín, Bolívar, O’Higgins, Sucre y tantos otros? A la falta de una hermandad solidaria, que debería basarse en su propia cultura, se agrega la carencia de una adecuada interrelación económica.
¿Alguien ha pensado alguna vez lo que significaría que los países latinoamericanos con reservas incalculables de agua, bosques, cereales, ganado, hierro, cobre, estaño, petróleo y enormes extensiones de tierra virgen, con principios sólidos -exlcuyendo falsos nacionalismos, ya que el verdadero dice que cada país mantenga, como es lógico, sus particularidades-, se unieran estructuralmente para que, de una vez y para siempre, ocupemos un lugar en el mundo? 

(De “¿Conoce usted a San Martín?“)

A mi entender lo que más debe preocuparnos es volver a despertar en los niños y en los adolescentes los valores esenciales, sin los cuales poco importa su capacitación técnica o profesional. Es indudable que la única manera posible es por medio de una sólida formación humanística. Una vez más, entendámonos bien, como lo estableció con claridad don Pedro Henríquez Ureña: humanismo militante con profundo contenido social en defensa de la libertad y la justicia. La educación estará permanentemente centrada en la búsqueda “del hombre libre abierto a los cuatro vientos del espíritu”, entendiendo que el goce de la libertad individual conlleva un compromiso social en procura de un ideal, una utopía, “el ideal de la justicia” en busca de la “magna patria”, “la tierra de la promisión para la humanidad cansada de buscarla…” 
(De “Don Pedro y la educación“)

Es imposible aceptar que la supervivencia de esta democracia liberal consumista de occidente -consecuencia del derrumbe de los regímenes comunistas- sea el final de la historia, como lo pretendía Francis Fukuyama en 1989. La presencia de los fundamentalismos religiosos, los exagerados nacionalismos, el desarrollo económico sin equidad priorizando el enriquecimiento desmedido, la falta de compromiso social como resultado del individualismo “light” que sólo busca tranquilidad y satisfacciones inmediatas, el mercantilismo internacional con la explotación de mano de obra barata, la cultura de la música rock, los videojuegos y las videocaseteras, el progreso científico sin respeto por la naturaleza y aun hasta por sus propios semejantes (para citar unos pocos ejemplos de las graves falencias) nos indican que a la Perestroika sobrevendrá -no tengo dudas- una “Smithtroika” o una “Jonestroika”, como suelo decirles a mis innumerables amigos norteamericanos. 
(De “Don Pedro y la Educación“)

Estoy absolutamente seguro de que el cambio de rumbo sólo puede lograrse a través de la enseñanza. Sus objetivos principales son:

  1. Consolidación de los principios éticos del hombre
  2. Profundización de la democracia
  3. Construcción de la identidad nacional y unidad latinoamericana
  4. Generalización de la justicia social
  5. Transformación económica con elevación de los índices de productividad y mayor equidad distributiva

(De “Don Pedro y la educación“)